Horrores


Le cuesta horrores subir las escaleras y abrir la puerta cargando con tantas bolsas, pero del modo inexplicable en que las pequeñas gestas cotidianas se completan, todo termina en la cocina.
Se sienta a beber agua, exhausta, mientras echa un vistazo alrededor. Todo conserva un engañoso halo de familiaridad, pero ahora es otra mujer la que sonríe en las fotos.

- Marisa, bonita, tú nos cuidarás la casa en Agosto, ¿verdad?
- Claro -  le respondió.

Suspira, abre la nevera y la llena metódicamente con los langostinos de las bolsas.
Después, la desenchufa de un tirón.
Sale muy ligera de casa su exmarido.

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