Sumergido

Obviamente, subiría a tomar aire a la superficie si no fuera por las manos que le mantienen sumergido.
Y con toda seguridad quien le retiene allí no se tomaría todas estas molestias (porque, honestamente, la tarea no es sencilla y requiere un considerable esfuerzo físico y emocional) sin la urgencia de cobrar por, digamos, la gestión.
Curiosamente, las deudas que provocaron esta acuciante necesidad de efectivo en la persona sobre el agua, no existirían sin su afición descontrolada a ciertos vicios en los que le introdujo años atrás el hombre sumergido.
Pero ni esta ironía sobrevive a la última burbuja.

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