La idea



Con un nítido destello cerebral, llega la idea.
Alcanza la mente del músico aprovechando el vacío que trae la lujuria. El huésped, sorprendido en pleno acto sexual, se interrumpe abrumado. Sus pupilas se dilatan con un fulgor azul. La idea, ese parásito insaciable, irradia su mente con sonidos ultraterrenos. Salta de la cama, expulsa a su irritada amante y dedica la noche entera a componer.
Al amanecer ha creado una canción inolvidable. Un clásico instantáneo.
Toca esa misma noche en su local de siempre.
Con los primeros acordes la idea ataca, voraz.
El público enmudece, arrebatado, y cien pupilas centellean.

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