En su refugio, el amante acecha sumido en las sombras. En el exterior, un caos terminal ruge y tiembla. Latidos mecánicos de luz naranja marcan los minutos finales de su hogar. No siente miedo, solo le consume una patética impaciencia.
¿Por qué tarda tanto? No les queda mucho tiempo.Al fin la mujer llega, gato en ristre. De nuevo su absoluta fragilidad conmueve al amante. Es un milagro tenaz. Emocionado, se dispone a honrar la delicada carne con un último beso.
Ripley lanza un breve grito cuando el xenomorfo emerge lentamente desde las sombras.
Si el amante pudiera llorar, lloraría.
2 comentarios:
Me ha sulibellado aunque me costó entenderlo al principio
Normal, yo diría que hay que leerlo dos veces.
Publicar un comentario