Salvapantallas


- No Mari, no lo defiendas. Tu hermano me tiene hasta las narices. Todas las comidas igual, con sus risitas, siempre haciéndome pasar por idiota.
- No lo hace aposta Paco.
- Eso lo dices tú.
- Si te tiene cariño.
- Para él soy su cuñado tonto, el albañil.
- Paco, tú ya no eres albañil.
Lentamente, algo parece congelarse en la mirada del hombre.

- No quería decir eso.
- Está bien, no importa.
Intenta decir algo más, pero él la calla con un movimiento breve, que lo arrasa todo.
En la pantalla del ordenador del niño, donde estaban echando el centésimo currículum, salta el salvapantallas.

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