blanco


El lanzacohetes sisea como una serpiente. La estela de humo del proyectil caracolea en el aire e impacta en un lateral del papamóvil.
Brota una flor instantánea de fuego y presión.
La onda expansiva tiene un eco perfecto de gritos en la muchedumbre que rodea al Pontífice. Un coche en llamas expulsa guardaespaldas trajeados. Uno de ellos, sujetándose el brazo, resbala en un charco de sangre.
Pero el cristal protector apenas ofrece una telaraña de grietas. La sinfonía del caos enmudece en el interior de la pecera. Allí, un hombre de blanco hiperventila y solo piensa que no quiere morir. 

1 comentario:

Unknown dijo...

Ya que estabas te lo podías haber cargao!! :-)