Algo va mal.
Lo sabe en cuanto su mujer lo abraza y le susurra “felicidades”, como si vertiera veneno en su oído.
Pero el candidato sigue sonriendo, estrecha manos, recibe palmadas en la espalda
Has estado fantástico. Muy seguro. El mejor del debate.
El móvil cascabelea con mensajes de apoyo.
Pero él solo puede confiar en una persona. Busca con la mirada a su ayudante, ese modelo de abnegada discreción. Está solo, mirándole fijamente desde bastidores.
Y responde a su pregunta negando lentamente con la cabeza.
Con la ternura de un amante que seguirá a tu lado en la derrota.
Lo sabe en cuanto su mujer lo abraza y le susurra “felicidades”, como si vertiera veneno en su oído.
Pero el candidato sigue sonriendo, estrecha manos, recibe palmadas en la espalda
Has estado fantástico. Muy seguro. El mejor del debate.
El móvil cascabelea con mensajes de apoyo.
Pero él solo puede confiar en una persona. Busca con la mirada a su ayudante, ese modelo de abnegada discreción. Está solo, mirándole fijamente desde bastidores.
Y responde a su pregunta negando lentamente con la cabeza.
Con la ternura de un amante que seguirá a tu lado en la derrota.
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