Entre dientes

- Te fuiste sin decir nada.
- Sí.
- Después de vaciarme las cuentas. 
- Sí.
- Y nunca respondiste a mis mensajes.
- Es verdad.
- Y ahora apareces en mi puerta, sin avisar.
- Exacto.
- Es increíble, no hay palabras para describir lo mal que te has portado conmigo.
- Si las hay, pero no hace falta decirlas.
- ¿En serio crees que voy a dejarte entrar?
- Eres el único suficientemente idiota para perdonarme.
Hay un largo silencio.
Y luego, un intrincado insulto.
Pero dicho entre dientes, como el que se ríe a su pesar de un chiste malísimo, pero bien contado.
Y, por supuesto, la deja pasar.

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