Hacia abajo

Hacia abajo, sus pies colgando sobre la espuma blanca que marca el apogeo y muerte de las cataratas. Hacia arriba, la cornisa de donde resbaló, la mano de Juan sosteniendo la suya con todas sus fuerzas, con la la cara rojísima por el esfuerzo y su otro brazo aferrándose a la rama del árbol.
Le grita como un loco, él que siempre es tan sereno. Qué guapo está, con la selva de fondo y esa camisa de aventurero. Sus manos se separan milímetro a milímetro. Qué emocionante, parece una escena de una película. Nunca les pasó algo así en Benidorm.


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