Butanero
Al butanero le acompaña siempre una estúpida aureola erótica, de viril sudor y manos negras.
- Señora, ¿dónde la meto?
- Donde tú quieras, guapo.
Es Doña Charo, con la bata entreabierta, sonriéndole desde una edad intermedia entre poder ser su madre o su abuela.
Regresa al ascensor murmurando, harto de tópicos. Es un profesional, no un trozo de carne.
Dentro espera ella. La falda de cuadros llevada a su mínima expresión, un chupete rojo rozando sus labios, ojos demasiado jóvenes para tanto rímel.
Hay una extraña pausa, porque ninguno pulsa el botón.
El butanero le sonríe:
- ¿Tocas tú o toco yo?
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